martes, 14 de diciembre de 2010

PEDÍ Y RECIBÍ

Pedí fuerzas y tuve dificultades para hacerme fuerte.
Pedí sabiduría y tuve problemas para resolver.
Pedí prosperidad y tuve un cerebro y músculos para trabajar.
Pedí coraje y tuve obstáculos que superar.
Pedí amor y tuve personas a las que ayudar.
Pedí favores y tuve oportunidades.
No recibí nada de lo que pedí, pero recibí todo lo que precisaba...

domingo, 12 de diciembre de 2010

COMPETIR? GANAR? PERDER?

En una escuela de niños especiales, que tenían en común padecer síndrome de Down, se organizó en primavera una jornada de olimpiadas.
Todos los alumnos participaban al menos en alguna competición, y muchos de ellos en más de dos.
El fin de la tarde era en la pista central de la escuela, donde se correría la carrera de cien metros lisos delante de padres e invitados.
En la carrera participaban diez corredores que tenían entre ocho y doce años. El profesor de educación física los había reunido unos minutos antes y, con buen criterio educativo, les había dicho:
- Jóvenes, a pesar de ser una carrera, lo importante es que cada uno de vosotros dé lo mejor de sí. No cuenta quién gane la carrera, lo que verdaderamente importa es que todos llegéis a la meta. ¿Lo habéis entendido?.
- Sí, señor - contestaron los niños y las niñas a coro.
Con gran entusiasmo, y ante el griterío de familiares, compañeros y maestros, los corredores se alinearon en la línea de salida. Y tras el clásico "¿Preparados? ¿Listos?", el profesor de gimnasia disparó una bala de fogueo al cielo. Los diez empezaron a correr y, desde los primeros metros, dos de ellos se separaron del resto, liderando la búsqueda de la meta.
De repente, la niña que corría en penúltimo lugar tropezó y cayó.
El raspón de las rodillas fue menor que el susto, pero la niña lloraba por ambas cosas. El jovencito del último lugar se detuvo a ayudarla, se arrodilló a su lado y le besó las rodillas lastimadas. El público que se había puesto de pie se tranquili´zó al ver que nada grave había pasado. Sin embargo, los otros niños, todos ellos, se giraron hacia atrás y al ver a sus compañeros, retrocedieron. Al llegar consolaron a la jovencita, que cambió su llanto en una risa cuando, entre todos, tomaron la decisión. El maestro les había dicho que lo importante no era quién llegara primero, así que entre todos alzaron en el aire a la compañera que se había caído y la cargaron rompiendo la cinta de llegada todos a la vez.
El periódico local ponía en nota del día siguiente, con toda precisión:
"La emoción más intensa de las olimpiadas especiales de ayer fue la carrera de los cien metros lisos. Si usted no estuvo, pregunte a los asistentes "¿Quién ganó?". No importa quién se el interrogado, me animo a asegurar que obtendrá siempre la misma respues: "En esa carrera, GANAMOS TODOS".
"Veinte pasos hacia adelante" de Jorge Bucay

sábado, 11 de diciembre de 2010

arrebatar...


mirar al mundo...


vivir del recuerdo...


el pasado...


sin ilusiones...


el mismo camino...


ningún pesimista...


el miedo...


el optimista...


la leona...


la fé...


la imaginación...


las gafas correctas...


el primer paso...


elegir...


el arte de vivir...


desde...


el entusiasmo...


correr fuera del camino...


amateurs...


aparentar...


lunes, 6 de diciembre de 2010

ORDENAR

Una vez, un profesor de filosofía apareció en su clase con una gran vasija de cristal y un cubo lleno de piedras redondas del tamaño de una naranja.
- ¿Cuántas piedras podrían entrar en la vasija? - preguntó.
Y mientras lo decía, demostrando que la pregunta no era sólo retórica, empezó a colocarlas de una en una, ordenándolas en el fondo y luego por capas hasta arriba.
Cuando la última piedra fue colocada sobrepasando el borde de la vasija, los que habían arriesgado el número de catorce murmuraron satisfechos. El maestro dijo:
- Catorce... ¿Estamos seguros de que no cabe ninguna piedra más?.
Todos los alumnos asintieron con la cabeza o contestaron afirmativamente.
- Error... - dijo el docente, y sacando otro cubo de debajo del escritorio empezó a echar piedras de canto rodado dentro de la vasija.
Las piedrecillas se escabulleron entre las otras ocupando los espacios entre ellas. Los alumnos aplaudieron la genialidad de su docente.
Y cuando hubo terminado de llenar el recipiente, dejó el cubo y volvió a preguntar:
- ¿Está claro que ahora SÍ está lleno?.
- Ahora sí - contestaron los alumnos, satisfechos...
Pero el maestro sacó de abajo del escritorio otro cubo más.
Éste venía lleno de una fina arena blanca.
Con la ayuda de una gran cuchara, el profesor fue echando arena en la vasija, ocupando con
ella los espacios que habían quedado entre las piedras.
- Ahora sí podemos decir que está lleno de piedras - aseguró el profesor -. Pero ¿cuál es la enseñanza?.
Un murmullo invadió la sala.
Se hablaba de la necesidad de orden, de colocar las cosas, de astucia e ingenios, de no confiar en las apariencias y de tantas otras cosas muy simbólicas.
- Todo eso es verdad - intervino el creativo docente -. Pero hay un aprendizaje más trascendente.
El docente hizo una pausa muy teatral y luego concluyó:
- Es importante hacer primero lo primero y después de ello ocuparse de lo demás, cada cosa a su tiempo. No se trata de darse prisa y poner todo en cualquier lugar, ansiosa y descuidadamente. Si yo no me hubiera ocupado de poner primero lo primero y hubiera empezado por la arena, las piedrás más grandes no hubieran tenido espacio...
"20 pasos hacia adelante" por Jorge Bucay

JORGE BUCAY haciendo demostraciones de sus cuentos

Tomando al pie de la letra el ejemplo del cuento, me ocupé algunas veces de mostrarlo activamente con piedras, vasija y arena frente a grupos de personas, para enseñar "en vivo" algunas de las cosas aprendidas, sobre todo la importancia del orden y del sentido común.
Hace unos meses, convocado en Salamanca para dar una charla a un grupo de jóvenes universitarios estudiantes de marketing y publicidad, monté el "numerito" de las piedras para hablar de las prioridades.
Me hice llevar la vasija de vidrio, las piedras de dos tamaños y la fina arena en el cubo.
Desde el principio, me sentí muy entusiasmado con las caras de los alumnos. Era fácil ir adivinando en sus expresiones el proceso interno de su propio descubrimiento, similar al mío la primera vez que aquel hombre me lo contó.
Cuando terminé de explicar lo más importante para aprender de la experiencia, uno de los alumnos se puso de pie y pidió permiso para decir qué había aprendido él.
Sorprendido, acepté.
- ¿Puedo pasar a mostrarlo? - preguntó.
- Claro - contesté, sin saber lo que pasaría...
Entonces, caminando hacia el frente, sacó de su mochila una lata de cerveza y vació el contenido dentro de la vasija.
El líquido, por supuesto, fue absorbido con velocidad por la arena, dejando sólo el rastro de espuma en el borde del recipiente.
- Lo que a mí me demuestra es que, tal como yo pensaba, aunque uno esté lleno de cosas que ordenar..., siempre hay lugar para compartir una cervecita con los amigos...
Junto con los demás, aplaudí su comentario.
El joven alumno tenía razón...

Jorge Bucay