Había una vez un roble en la orilla de un río. A los pies del roble crecía una caña.
Todos los días, el roble reprendía a la cña por doblarse a un lado y a otro según soplara el viento.
- Mírame a mí, cañita - decía el roble en toda su majestuosidad - observa cómo no me doblego ante nadie, porque soy un roble y soy fuerte.
La caña no decía nada; no valía la pena.
Una noche hubo una tormenta terrible y el viento sopló ferozmente, con mucha más fuerza que de costumbre.
Al amanecer, el roble estaba partido en dos, pero la cañita seguía en pie, meciéndose bajo la luz del sol.
es verdaderamente .......!!!!!!
ResponderEliminarMe encanto tu blog! saludos te invito a pasar por el mio :)
ResponderEliminarMuy interesante
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