domingo, 31 de octubre de 2010

EL TIEMPO, UN TESORO

Una mujer de negocios veraneaba en un pueblo costero. Un día, paseando por el mercado, vio a una señora que recogía su puesto de joyas artesanales.
- ¿Ha tenido buena venta? - le preguntó.
La joyera sonrió:
- Sí. He vendido ocho piezas.
La empresaria miró el reloj:
- Todavía es temprano. Supongo que volverá esta tarde, ¿no?.
Extrañada, la artesana le interpeló:
- ¿Para qué?.
- Pues porque así podría vender más - respondió la mujer de negocios.
- ¿Y para qué?.
- Pues, para incrementar sus beneficios - contestó de nuevo la veraneante.
La artesana parecía desinteresada:
- ¡No lo necesito! Con estas ocho piezas tengo suficiente para alimentar a mis niños.
Pero su interlocutora insistía:
- Mejor entonces, porque así usted podría ganar el doble de dinero. Podría cambiar su puesto por una tienda más grande y bonita.
El gesto de la vendedora se torcía:
- Pero... ¿para qué?.
- Para poder vender mayor cantidad de piezas.
- ¿Y para qué?.
- Para contratar a gente que venda por usted.
- ¿Para qué?.
- Porque así usted podría ser rica y dar a su familia todo lo que quiera.
La artesana del pueblo, sin dejar de sonreír, no acababa de entender la mentalidad de aquella mujer de ciudad.
- Mis hijos están contentos como están, lo que queremos es tener más tiempo para estar juntos - dijo y le preguntó - ¿y para qué querría yo ser rica?.
- Pues para tener a alquien en la tienda que le permitiera disponer de más tiempo libre para pasar con su familia y descansar cuando quisiera.
La artesana asintió y dijo:
- Tiene toda la razón, ¿sabe? Me voy a descansar con ellos ahora mismo...

revista AR de septiembre 2010

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